En tardes de desencuentros, de plazas desocupadas
de tardias fotocopias y avisos releidos.
Luego de clásicas canciones
de dinero malgastado y malos augurios.
De platos rotos y mesas rasgadas
quedaron los libros, con su excitante aroma.
Luego de mañanas frias y tardes tristes
de noches melancólicas, de morriña casual.
Dalí, Goya y Velázquez
de aulas, teatros y museos.
Cines, librerías, bares y bibliotecas
de paseos por el plan.
Sin buscarte, te vi
quizás te pensaba o solo fue el azar;
en un café.
Tuvo que ser al azar, lo pensado no se suele encontrar.
ResponderEliminarAbrazos
Toda la razón Armando, espero que el azar siga permaneciendo.
EliminarAu revoir!
Me gusta, porque ese morriña le da un toque especial, y porque todo lo demàs, parece desarmarse al final por un conjuro maravilloso. Un abrazo.
ResponderEliminarExactamente Darío, gracias por comentar.
EliminarUn abrazo !
Nicolás, es un placer contarte como seguidor en mi blog y yo seguir el tuyo. Me gusta tu modo de hacer la poesía, su lado vivencial y sugerente. Un abrazo desde Canarias.
ResponderEliminarMuchas gracias Andrés.
EliminarAbrazo !
Hola Nicolas,
ResponderEliminarDescubro con place que tu rincon es un oasis de manifestaciones artisticas.
Soy Beatriz del blog de "el sol de los ciegos"
De momento no puedo usar mi nombre por algun problema con blogger, pero no queria dejar pasar la oportunidad de saludarte y dejarte mis impresiones de tu blog.
Hasta pronto.
Te pasaste por mi blog y yo no iba a ser menos ;) Increíble entrada.
ResponderEliminarSe agradece !
EliminarBendigo los caprichos del destino...
ResponderEliminarSaludos Nicolas.
Una bendición mutua.
EliminarAbrazo !
Que hermosa entrada, amé el final.. benditas sean las casualidades no? Adoro tu blog. Te dejo un beso grande.
ResponderEliminarLas casualidades le dan sabor a la vida. Muchas gracias.
EliminarAbrazo !
Que hermoso e impredecible puede ser el universo :3
ResponderEliminarHermoso y desconocido, claramente. Gracias Geraldine.
EliminarAbrazo !
Medicina para el alma los encuentros que no se esperan,tus palabras saben como ese cafe anhelado.Elena.
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